Las mujeres violentas dependen de la caballerosidad masculina.
Cada vez que leo a una mujer decir algo como "voy y lo reviento", "le corto los huevos", "le arranco la cabeza", etc. con referencia a algún hombre, sea cual sea la razón y más todavía si el hombre en cuestión es más grande o más fuerte que ella, la suposición implícita que hacen es que el susodicho no se va a defender porque la atacante es mujer. Lo mismo con aquellas que pasan de las palabras a la acción. Todas ellas asumen que el hombre se va a dejar golpear, y se muestran muy sorprendidas e indignadas cuando no es así.
Es decir, la violencia femenina tiene su mayor arma en la caballerosidad masculina.